miércoles, 10 de abril de 2013

Etapa 12: Arzua - Santiago de Compostela


Las sensaciones del último día de ruta siempre son diferentes… se acerca la meta y sensaciones contradictorias se suceden cada segundo. Ganas de llegar, ganas de que no se acabe… tras 5 grandes rutas, esto no me pilla de sorpresa… pero no por ello, esa lucha interna desaparece.

La noche se presentó movidita... ruidos en el albergue hasta más allá de la 1 de la madrugada… pero no los habituales ronquidos, o ruidos de bolsas… no entraré en detalles, pero por qué no se van a un hotel!!!!

La salida de Arzua parecía plena hora punta en el metro… más y más peregrinos abarrotaban el camino. A la gran mayoría de caminantes, aun les quedarían 2 días para llegar a Santiago… para los bicigrinos, hoy es final de trayecto.

La mañana era fresca, con nubes bajas, y pequeños bancos de niebla… y algo más que orballo que nos acompañó prácticamente toda la mañana. La idea era poder llegar a Santiago a última hora de la mañana si todo iba bien… y de momento, todo iba bien J

Paramos a desayunar lejos de la marabunta… solo faltaba tener que hacer cola para tomarse un café… y a pesar de que empezaba a llover, había que avanzar. Recordaba de mi primer camino, allá por 2007, que se me había hecho muy dura esta etapa. La había hecho con el amigo Roberbolo… era mi primer camino y la sensación de que ya solo quedaba un trámite para llegar a Santiago me había hecho infravalorar esta etapa. Es un contínuo sube y baja… eso si, por bonitos caminos entre eucaliptos, fáciles de rodar, pero con rampas realmente duras. A mitad de camino, la lluvia arreciaba así que hubo que ponerse de nuevo el traje de aguas…

Hacía 6 años que había pasado por aquí pero todo me resultaba familiar… así que iba rememorando aquella etapa… y como una cosa lleva a la otra, los kilómetros fueron pasando comentando viejas anécdotas de nuestro paso por el colegio, que dejamos ya hace 20 años!!

Todo marchaba según lo previsto hasta que la rueda mixta de Santos dijo basta y reventó por un flanco. Estábamos cerca de Lavacolla… así que optamos por poner cámara nueva y minimizamos el agujero en la cubierta con un guante de latex. Solución provisional para situaciones extremas… ya tendría delito quedarse tirado a las puertas de Santiago después de 900km!!! Esto estaba así diseñado para añadir emoción al final de la ruta…

A partir de ahí quedaban las rampas más duras… subiendo hacia Lavacolla y luego hacia San Marcos y el Monte do Gozo…

Ahí nos encontramos con un grupo de peregrinos suizos que habían alquilado un burro que llevaba parte de su equipaje… ciertamente es una manera curiosa de hacer el camino… e incluso es posible que este noble animal encuentre en el camino una “segunda” oportunidad. Poco después estaba la última rampa hacia el Monte del Gozo, pero decidimos apartarnos 100m del camino para sellar la credencial en la Oficina de Ozona en Santiago… me hacía ilusión tener el sello de la oficina en la credencial… y de paso entrar como peregrino a ver a los compañeros J… Y como no… aprovechamos para comer en la Raxería San Marcos… el menú típico de allí, pulpo, raxo y tortilla. Demasiado menú para retomar la bicicleta…

Retomar la ruta costó más de lo esperado… y en ese momento hacía ya un fuerte y gélido viento. Apretamos fuerte para subir hasta el monumento a Juan Pablo II en el Monte do Gozo, sesión fotográfica y bajada fulgurante para llegar a la entrada de Santiago por San Lázaro ya completamente helados.

Poco después, se haría el silencio para callejear por las calles de Santiago… con paso lento, repasando mentalmente los momentos vividos, viendo la ciudad desde otro punto de vista… hasta llegar al Obradoiro.

Como siempre, nos encaminamos al centro de la plaza evitando ver la fachada… para una vez allí, girarnos para contemplar nuestro punto y final. Allí estábamos, 900 km y 12 días después. Silencio, contemplación…

Apenas habíamos recuperado la consciencia cuando oímos una voz familiar que nos decía… “Están aquí!!!!!” Era Ricardo, el brasileño que nos habíamos encontrado por el camino… lo sorprendente es que El estuviera aquí!!!... había llegado ya ayer… haciendo el camino en condiciones precarias, en solitario… con su cámara como compañía… este chaval tiene mucho mérito!!!! Aprovechamos para que nos hiciera unas fotos (muy bien encuadradas, por cierto jejejje) y el nos pidió también que le hiciésemos algunas fotos ya que como iba solo, nunca salía en las fotos que tenía!!! De hecho, en una ocasión que quiso retratarse, tuvo que montar un buen tinglado colgando la cámara de una rama… vamos, un espectáculo!!!

Tras una agradable conversación con Ricardo, que se volvía a Madrid en autobús, fuimos a por nuestra merecida Compostela. La nueva oficina del peregrino facilita mucho el trámite ya que dispone de aparcabicicletas y se pueden dejar allí con relativa tranquilidad… tanto, que una vez recogido el documento acreditativo de la peregrinación, dejamos allí todo para ir a cumplir con el ritual del Abrazo al Apostol y la visita a la tumba.

Epilogo:

Esta es mi quinta larga ruta y siempre me ha costado mucho escribir la última etapa. No encuentro la razón exacta de porqué me sucede esto… supongo que una vez llegados, mi mente cierra este episodio y le cuesta ponerse de nuevo en modo “camino”. En cualquier caso, me había prometido a mi mismo (y a otros) que cerraría el blog con la crónica de la última jornada. Conste que me ha costado mucho más escribir aquí, con un portátil sentado en un cómodo sofá de lo que me costaba un día cualquiera tras un duro día de pedaleo tumbado sobre una colchoneta de albergue mientras todos dormían. Misterios sin resolver…

Cada ruta es diferente… y esta no podía ser menos. Para mi gusto, demasiado asfalto, y eso que hicimos todos los caminos que fueron razonables… a cambio, los lugares por los que discurre el camino son sencillamente espectaculares. He descubierto pequeñas poblaciones que no conocía y que espero visitar pronto de nuevo… Zarautz, Getaria, Santillana del Mar, Luarca, Tapia de Casariego…

Gente que forma parte ya de nuestro camino, como la familia de Gabriel y Yolanda, toda la “familia” del albergue de Guemes, Ricardo… y como no, mi compañero de aventuras… Santos, que me aguantó y le aguanté ya durante más de 4000 km de pedaleo (y que seguro que no se quedarán ahí…)

Esta ruta me pareció físicamente la más accesible de las realizadas hasta ahora… es posible que influya el hecho de que esté en mejor forma que en ocasiones anteriores, pero aún considerando esa circunstancia, sigo pensando que es una ruta accesible a todos los públicos (que sean capaces de pedalear más de 10 días seguidos, claro está). En cualquier caso, más sencilla que el francés. Todo esto teniendo en cuenta que hicimos el camino “ciclable” siguiendo el track de Tomás (bicigrino.com) en quien confiamos ciegamente a la hora de realizar esta ruta.

Pues sin más, llegamos al fin de esta aventura. Ya estamos de nuevo en tierra firme… pero muy pronto empezaremos a buscar un nuevo puerto de destino.

Ultreia et Suseia